Estados
Unidos engaña
deliberadamente cuando ataca la cooperación médica internacional
de Cuba
_Johana
Tablada_
El
nuevo panfleto del Departamento de Estado, oprobiosamente titulado "La
verdad sobre las misiones médicas de Cuba " está lleno de mentiras.
La
verdad es que su objetivo consiste en tratar de ocultar que ha fracasado la
campaña de presiones iniciada hace más de un año por parte del gobierno de
Estados Unidos para poder cesar la cooperación internacional de Cuba en
cualquier país, hacer lo imposible por desvirtuar la naturaleza de la misma y
presentarla como lo que no es.
Ha ocurrido lo contrario.
El
despreciable material también pretende desviar la atención del cuestionamiento
universal al manejo del gobierno de Estados Unidos de la pandemia a nivel
nacional y multilateral, que deja mucho que desear.
Hace
un año, John Bolton prometió que iban a terminar con los "mitos" de
la Revolución cubana, como el de la salud, y endurecer el bloqueo. También
habló de poner fin a lo que de romántico podía tener la Revolución de Cuba y
detener los viajes e ingresos a nuestra economía. Seguro muchos recuerdan la
aplicación total de la Ley Helms- Burton, la eliminación de los viajes de
cruceros y categorías, ya limitadas de intercambio pueblo a pueblo, la reducción
de los vuelos y viajeros de Estados Unidos y la persecución del combustible que
Cuba adquiere en el mercado internacional, entre muchas más.
Ya
cumplieron con sobresaliente lo que de ellos solo depende. Sólo en 2019 se
aplicaron 86 nuevas medidas de bloqueo, que mucho daño nos hacen, y dificultan
incluso hasta nuestra capacidad de responder a la COVID-19 -como podríamos en
otras condiciones. Aún así lo estamos haciendo bien.
Mas,
lo de acabar con el mito de la Salud y la cooperación de Cuba les ha resultado
imposible. Son décadas de esfuerzo y resultados. Sus calumnias -insertadas en
muy bien financiadas campañas-, aún confunden a muchos; pero hacen más intenso
el brillo de la contribución del personal de la Salud y la verdadera naturaleza
y alcance del sistema de Salud Pública de Cuba.
Ha
sido un fracaso rotundo su campaña para tratar de justificar a los ojos de
todos, la política de bloqueo que no tiene sustento legal ni moral.
Lo
cierto es que esa cooperación es hoy aún más amplia y goza del reconocimiento
mundial por su calidad profesional y humanista. Podría ser mayor si la
prioridad de Cuba no fuese, lógicamente, garantizar la protección y atención
médica a su población, también atacada por la pandemia. Son más las solicitudes
que las que hoy podemos responder; y el país cuenta con muchos más médicos y
enfermeras dispuestos a participar en misiones de cooperación.
Hoy
en día son muchos más los páises que, por la experiencia positiva y los
resultados alcanzados, solicitan los servicios médicos cubanos en sus
diferentes modalidades.
Ninguna
puede considerarse o califica ni remotamente como Trata de personas o trata de
esclavos como de manera malintencionada pretende divulgar Estados Unidos, con
propósitos muy lejos de los proclamados por el Departamento de Estado. Con ello
demuestran la poca seriedad que otorgan a la lucha contra el crimen
internacional, combate en el que Cuba acumula un desempeño ejemplar.
El
Departamento de Estado lo sabe muy bien tras cinco rondas de intercambio
bilateral para cooperar en el combate contra este flagelo en el pasado
reciente. La entrega de la política hacia Cuba a las figuras más reaccionarias
del lobby anticubano, por parte de Trump, puso fin también a estos espacios.
Los
funcionarios de Naciones Unidas a cargo del combate a la trata jamás han
afirmado cosa igual. Es una ofensa a cubanas y cubanos que afecta al final
mucho más la credibilidad de quien la esgrime.
Sí
se han acumulado declaraciones de homenaje y elogios, premios, distinciones,
reconocimientos y hasta nominaciones al premio Nobel para las brigadas médicas
de Cuba.
A
pesar de que las presiones de EstadosUnidos lograron forzar el cese de los
servicios médicos prestados por Cuba a pueblos como los de Bolivia y Brasil,
países donde orquestaron golpes de Estado, la gran mayoría de los países
rechazó las amenazas y en ocasiones hasta los incentivos de la diplomacia bruta
impuesta por el equipo de demolición que controla la política hacia Cuba en la
Casa Blanca de los Estados Unidos. Ese proceder abochorna a muchos diplomáticos
estadounidenses que también conocen, por la experiencia directa en países donde
trabajan, la positiva contribución y el prestigio de las misiones médicas de
Cuba. Nunca antes estuvo más baja la moral de la diplomacia estadounidense
dedicada a la prioridad de perseguir y tratar de dinamitar la cooperación que
debería fomentar.
La
vida continúa y se encarga de demostrar, dolorosamente, que aquellos médicos a
los que se les llamó cualquier cosa, desde espías hasta activistas políticos
electorales, eran médicos de verdad y buenos, brindaron millones de consultas y
salvaron muchas vidas. Pocos dudan hoy que Estados Unidos dirigió, politizó y
manipuló la campaña de acoso e incitación a la violencia que condujo a la
salida de la brigada médica de Cuba en Bolivia * y la pérdida lamentable de
servicios valiosos que a diario prestaban a las comunidades, que quedaron en su
mayoría desprotegidas hasta el día de hoy.
A
nuestros médicos se les ofendió doblemente al acusarles y al poner en riesgo su
integridad física. Las calumnias incluyeron la vulgar acusación de que en
realidad no fueron a curar a la población sino a intervenir en la política del
país. Mucho más grave fue la acción sin precedentes del Departamento de Estado
de dirigir presencialmente el operativo de secuestro de médicos, registros y
detenciones ilegales, e invasión a las viviendas de colaboradores, documentada
en los videos y fotografías tomadas en los lugares del atropello y
oportunamente denunciado por Cuba.
Esa
misma campaña burda se reedita hoy por Estados Unidos y las oligarquías en
algunos países que solicitaron la presencia de médicos cubanos para apoyar el
combate a la COVID-19.
Desde
que comenzó la pandemia, han viajado a otras tierras 24 brigadas médicas
cubanas; siempre respondiendo a la solicitud de ayuda de esos países. Además,
ya trabajaban en 59 países brigadas médicas cubanas antes de esta emergencia
sanitaria, con más de 28 mil colaboradores.
Médicos,
enfermeras y asesores de salud han partido en estas semanas a más de 20 países que
nos solicitaron ayuda: Italia, Andorra, Nicaragua, Venezuela, Surinam, Jamaica,
San Vicente y las Granadinas, Granada, Antigua y Barbuda, Belice, Santa Lucia,
Dominica, Saint Kits y Nevis, Haití, Barbados, Catar, Angola, Andorra,
Sudáfrica, Honduras, entre otros.
Sobre
la calumnia permanente y bochornosa de que Cuba explota a sus médicos, debe
decirse que en todos los casos el gobierno de Cuba paga íntegramente el salario
de los médicos en Cuba mientras prestan Servicio en otros países, a los cuales
viajan sobre la base de acuerdos individuales con total voluntariedad.
Adicionalmente reciben una remuneración en
el pais donde colaboran.
Personalmente
los vi trabajar mucho y bien en Belice y Portugal y siento un orgullo inmenso
por eso. En ambos países los médicos eran libres de moverse y en muchos lugares
estaban todo o casi todo el tiempo solos, lejos de sus compañeros y de casa.
Muchas veces eran el único médico en una comunidad, sin la vigilancia de jefes
ni funcionarios cubanos, en poblaciones a las que otros médicos nacionales no
podían llegar o no existían suficiente personal para trabajar. En todos los
casos, los cubanos ofrecían un servicio apreciado y respetado por la población
y por los equipos, instituciones y servicios médicos del país sede, a los que
se insertan con respeto y naturalidad, en un solo equipo de Salud; aprendiendo
también a diario de ellos y ellos de nosotros.
Cuba
no es un país rico, tenemos recursos limitados y sufrimos un bloqueo atroz que
afecta a toda nuestra población sin distinguir siquiera el sector público
estatal, cooperativo o privado. La meta es asfixiar toda la economía y provocar
el cambio de gobierno por uno que responda al interés de Estados Unidos.
Es
conocido que hay países con mayores recursos económicos que Cuba y pagan por
esos servicios. En algunos casos, debido a las catástrofes o gran necesidad,
sin recursos económicos, solo se cubren por el país sede los gastos del
personal médico cubano en su territorio, sin pagar nada a las contrapartes y
entidades médicas o de servicios médicos de Cuba con las que se establece el
acuerdo. Asi fue en Centroamérica tras el huracán Mitch y también en Italia
ahora donde la urgencia y emergencia fue tremenda. Hay otros ejemplos de
entrega desinteresada como la asistencia de la Brigada Henry Reeve tras
terremotos en Pakistán, Haití, Chile y Perú, el ofrecimiento a Estados Unidos
tras el huracán Katrina, la Operación Milagro y muchos más.
En
aquellos países donde sí se reciben ingresos por acuerdo mutuo, pues el país
que solicita tiene los recursos y carece de personal, hay una parte que se
aporta al presupuesto de Cuba. Desde el contrato individual con cada médico, se
conoce y queda claro cuál es su ingreso personal y que una parte importante se
destina al aporte para ayudar sostener al sistema de salud pública gratuita y
universal de Cuba, del que también disfrutan. Ocurre en Cuba lo mismo en otros
sectores que generan moneda convertible para el gasto social de todos. Qué pena
que a Estados Unidos le moleste mucho más un país bloqueado donde todos tienen
garantizado el acceso a servicios y derechos, que otros donde son solo
exclusivos de una minoría que los puede pagar. No dicen tampoco que la
educación, incluyendo los estudios de universidad y medicina, son gratis en
Cuba como hoy reclaman millones en el mundo.
A
Estados Unidos, que bloquea la salud pública de Cuba y quiere estrangular la
economía y los ingresos de cualquier tipo de nuestro pueblo -incluyendo los de
las exportaciones farmaceúticas y biotecnológica o los servicios médicos-, no
le incumbe la naturaleza de los esquemas de cooperación de Cuba y es un acto
supremo de hipocresía aparentar preocupación por el salario de quienes
menosprecia y ataca cada día con cualquier tipo de insultos y sanciones.
Con
esa parte de los ingresos que aportan los servicios médicos de Cuba, legítimos
en cualquier esquema de cooperación Sur-Sur de Naciones Unidas por los que se
rigen, se adquieren costosos insumos para toda la población incluyendo pruebas
diagnósticos, insumos para la industria farmacéutica y biotecnológica de Cuba,
tratamientos para el cáncer etc. Son recursos a la que los médicos
contratados en el exterior y sus familiares también tienen acceso gratuito.
Vivimos
en un país en el que la mayoría trabajamos entre todos para mejorar la vida de
todos y no de unos pocos. Así ocurre en todas las esferas; y no es secreto que
son bajos los salarios cubanos como tampoco es secreto que en Cuba son gratis
otros costosos servicios que junto a la salud ocupan más del 80 porciento del
gasto de cualquier familia en el mundo.
A
nadie se le obliga a vivir en Cuba, la emigración es un derecho reconocido y
una minoría no puede pretender imponer a la mayoría vivir en otro tipo de
sociedad, o viceversa, mucho menos un gobierno extranjero dando voz y fondos a
sus cubanos favoritos para armar, artificialmente, un simulacro de
"oposición" entregada y disciplinada ante las órdenes de Washingto,
que nuestro pueblo no respeta por representar los intereses de dominación y
abuso del país que lo castiga. Pocas cosas caracterizan más la historia de Cuba
que la lucha por librarnos del yugo de un país extranjero.
A
cambio de visados y promesas, tantas veces no cumplidas después, el gobierno de
Estados Unidos ha logrado que una minoría de médicos se pronuncien contra el
programa en el que permanece la gran mayoría, decenas de miles voluntariamente,
con dedicación a toda prueba. Algunos de esos fueron al Congreso a visitar a
Marco Rubio y compañía y hacerse la foto para dotar de contenido al guión y la
calumnia.
Por
chantaje se han sumado un manojo de médicos a los que los programas como el
Medical Parole incentivaron a abandonar sus misiones a cambio de determinados
beneficios y en detrimento de las poblaciones a las que servían y del país que
los formó y los preparó para cumplir las mismas. Algunos han llegado a decir
cada cosas que solo caben en la cabeza turbia de los funcionarios que ahora los
tutelan. Solo falta decir que los médicos cubanos comen niños.
Muchos
diplomáticos cubanos conocemos del altruismo y sensiblidad de las mujeres y
hombres que forman las brigadas médicas de Cuba.
Conozco
tambien muchos médicos cubanos que optaron legalmente por vivir fuera de Cuba
después de culminar sus misiones, atraídos por mejores salarios y condiciones
para una vida mejor para ellos y sus familiares en sociedades desarrolladas.
Otros han salido por amor. La gran mayoría son médicos que jamás levantarán la
mano para pedir que se arrecie el bloqueo o atacar el sistema de salud pública
de Cuba o el país que los formó y preparó para trabajar en el exterior; país
por demás donde aún viven sus colegas ejerciendo la medicina para el pueblo con
bloqueo. Hoy también son médicos cubanos luchando contra la COVID-19. Aquí
viven sus familiares, reciben tratamiento médico gratuito y sufren la
adversidad de vivir en un país al que no se le ha dado por su vecino más
cercano la oportunidad de respirar y dedicarse a mejorar su proyecto sin
medidas abusivas ni presiones, ni intervencion ni campañas de demonizacion como
esta.
Estados
Unidos miente y atenta contra la cooperación al calificar esta labor de
explotación y trata.
Estados
Unidos gasta más dinero que cualquier otro país del mundo para un sistema de
atención médica paralizado y dominado por el negocio privado de las
aseguradoras, que no puede proporcionar servicios decentes para 28 millones de
personas sin seguro, y los otros 50 millones con servicios incompletos o
defectuosos programas de seguro médico basado en la ganancia.
La
salud no debe ser un negocio. El acceso a la atención médica es un derecho
humano. Estados Unidos engaña deliberadamente al público cuando ataca la
cooperación médica internacional legítima.
Nuestra
experiencia se basa en la noción de que el acceso a la atención de salud para
todos es un derecho humano, y que garantizar dicho acceso es una obligación de
todos los Estados con un sentido mínimo de justicia social. En nuestro caso,
esa obligación está escrita en la Constitución. Solo con un compromiso honesto
y una firme voluntad política del Gobierno puede un país relativamente pequeño,
con recursos naturales y riqueza limitados, y que sufre un brutal bloqueo
económico, alcanzar los notables indicadores de salud que el mundo celebra hoy
en Cuba. Es así como hemos podido garantizar a toda nuestra población
indicadores de bienestar y salud comparables con las sociedades avanzadas del
mundo y sabemos lo que podríamos alcanzar si no existiera un bloqueo tan brutal
que quita oxigeno a la economía y constituye el principal obstáculo para el
desarrollo de Cuba y su pueblo, más allá de nuestras propias y conocidas
insuficiencias.
Cuba
tiene alrededor de 100 000 médicos en activo. A lo largo de 60 años casi 380
mil se graduaron de medicina; y se han entrenado en Cuba sin lucro 35 mil 600
doctores y profesionales de la salud de 138 países. Están los graduados de las
becas de la Escuela Latinoamericana de Medicina en muchos países dando su
aporte por salvar vidas.
El
gobierno de Estados Unidos no puede tapar el Sol con un dedo pero resulta
bochornoso que esta y no la cooperación sea su prioridad.
Tenemos
acuerdos, intercambios, respeto de nuestras comunidades médica y científica
dispuestas a colaborar en bien de nuestros pueblos y de la comunidad
internacional.
https://www.voanoticias.com/a/pompeo-aplaude-expulsion-de-personal-cubano-de-bolivia/5171779.html
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