GOBIERNO DE MINISTROS DESCARTABLES
*Camilo Katari/BOLIVIA
Estamos expectantes cada día de un cuadro de lo más
catastrófico en la gestión del gobierno de facto, más aun cuando a la
improvisación se añade los cambios de ministros –no solo por contagios de la
pandemia- sino por la ineficiencia de sus mismas autoridades que, en menos de
una semana, se van dos ministros.
Lo curioso de ello, y que me llamó hasta la risa, es que
hasta el ácido y vocero de los oficialistas, el periodista de Panamericana,
saltó de su asiento al enterarse el pasado miércoles, el cambio del ministro de
Economía, José Luis Parada por Oscar Ortiz.
Pero más llamó a la desazón de todos que, un ministro que se
ocupa dizque de la seguridad y de la soberanía como es el de Defensa, el
exmilitar Fernando López, asume el cargo de otro ministerio como es de Salud.
Sí, estamos hablando de Fernando López encargado de cuidar
la salud y la vida de bolivianos cuando a este mismo no le tembló la mano de
ordenar la represión militar en Senkata y Sacaba en pasado año. Es este mismo
que de manera alevosa y muy firme de cuerpo, responde a un ciudadano que en 10
segundos lo haría desaparecer. ¿Es este en el que confiaremos la salud y la
vida de quienes se debaten en sus horas difíciles para salvar sus vidas?
López, cuota de Luis Fernando Camacho, es quien se
caracteriza por su carácter duro, ahora es el cuarto ministro de Salud
designado como ministro de esa cartera en lo que va de la gestión de Añez.
Aníbal Cruz fue el primer ministro y después renunció; le siguió Marcelo
Navajas, ahora detenido por el caso Respiradores, y después Roca.
Ya habíamos afirmado en otra nota que, al menos dos
estudios, uno de la fundación alemana Friedrich Ebert Stiftung y otro de CELAG,
consideran que la gestión de Añez ante la pandemia fue mala. Y es que al margen
de hacer mala gestión, el gobierno se va quedando solo, no tiene operadores de
talla que puedan suplir a los que no responden por su incapacidad y en esa
soledad y abandono es la misma Añez que se recoge a su misma soledad sin que
nadie la consuele ahora por su aislamiento forzado.
Tenemos mucho para escribir, por ahí en tono novelesco como
las que nos describía el propio Gabo García Márquez cuando nos decía en su
obra: El coronel no tiene quien le escriba, aquella novela breve que cuenta la
historia de un coronel que espera, desde hace quince años, la asignación de su
pensión por los servicios prestados a la patria. Una excelente narración que
reflexiona sobre la esperanza y la resignación, sobre las consecuencias de
mantener los principios y la dignidad personal en una sociedad corrompida.
O también sacar del recuerdo esa otra obra, ‘El otoño del
patriarca’, novela en la que más trabajo y esfuerzo invirtió. Una interesante
novela que construye una narrativa perfecta que desgrana una historia universal
—la agonía y muerte de un dictador— en forma cíclica, experimental y real al
mismo tiempo, repitiendo una anécdota siempre igual y siempre distinta,
acumulando hechos y descripciones deslumbrantes.
Se abre para una literatura muy rica si queremos mostrar una
‘Crónica de una muerte anunciada’ de un gobierno que pareciera que cava su
propia fosa ante la atenta mirada de un pueblo que lo ve caerse por sus propios
errores. Si bien las cifras son menores respecto de otros países más golpeados
en la región, son también mayores en relación a los que encararon mejor la
catástrofe, como Paraguay y Uruguay, por ejemplo.
A propósito de gestión en temas de salud, me horrorice al
leer una nota de aquel columnista de Página Siete, ex izquierdista y quien
compartió el gobierno de Evo en su primera gestión, echando bilis de
resentimiento cuando elude a la actual gestión en tono timorato y dice que: “no
podemos pedirle que invente soluciones, y menos aun cuando la economía ha
dejado de ser saludable —y peor si pensamos en la creciente e innecesaria deuda
externa—, no podemos pedirle que invente soluciones”, refiere a este gobierno y
más bien señala que es quien “habría heredado la conducción de un Estado que
nunca se tomó en serio el tema de la salud”.
Para colmo echa toda su artillería a un gobierno que le dio
de comer y dice que “Evo vive tranquilo y seguro (y acumulando riqueza). Cuando
tiene problemas viaja a Cuba (…) y se da el lujo de sentirse víctima de
un golpe, cuando el auténtico golpe fue el que dio él cuando desconoció el
resultado del famoso 21-F”. Así refiere su nota con alta carga de un maniático
que destila un odio visceral a Evo, quien siempre lo respetó por su capacidad.
Lo visto en sus columnas semanales ya me confirma que
tenemos al frente a otro defensor del golpismo porque, si uno que compartió
cerca a las organizaciones sociales y en el ala dura del famoso Eje Pachakuti,
no diga nada de quienes son perseguidos, encarcelados y amedrentados por un
ministro de gobierno que mete a cualquiera a la cárcel que se ponga en su
camino, sin duda estamos con un agente encubierto o es otro que hace campaña a
Añez de manera disimulada.
Muy lamentable remover actitudes de los que ayer, lo
teníamos en el camino y lo acompañábamos, porque hoy, traicionó los ideales de
Lucho Espinal, quien dijo a los que verdaderamente apuestan por causas
comprometidas que, “Somos antorchas que solo tenemos sentido cuando nos
quemamos; solamente entonces seremos luz…”
*Camilo Katari, es escritor e historiador potosino
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Nasce preocupado com os caminhos do proletariado em geral, porém, especialmente, com o brasileiro